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LA GEOMETRÍA DEL AGUA Clara Vickacka Son poemas que parecen haber sido escritos sobre una superficie transparente donde las palabras se dibujan translúcidas y tocan con sutileza lo que nombran. Poemas de tenue musicalidad que transcurren en medio de un paisaje silencioso, un paisaje donde ciertos elementos de la naturaleza actúan en la poeta como símbolos de su interior y entonces, lo que la mueve es el deseo de captar eso que se esconde detrás de sus seres más queridos y de la superficie de las cosas. Un paisaje vivido en todos los sentidos, captado a través de delicadas y conmovedoras sensaciones, se traduce en versos donde, en la visión que la poeta nos ofrece del mundo exterior, resuena la intimidad de su ser. MARÍA LANESE INSTRUCCIONES PARA NO MORIR Unai Rivas Campo Instrucciones para no morir es un libro escrito con los dientes y los puños apretados, es la palabra urgente de quien necesita contar que ha sobrevivido, “con la garganta seca/y la lengua más ácida que nunca”. Los poemas se deslizan ante el lector, con un ritmo regular y una cadencia precisa y preciosa, lograda a través de una cascada de imágenes que parecen elegidas para entregar relatos donde, a pesar de la crudeza –o a veces la impiedad y otras la rabia– resuenen palabras con encanto y armonía. Así, podemos sentir que, aún en los costados más ásperos del mundo, donde haya palabras y poemas habrá ternura. En ciertos tramos –que van cortando el flujo de este cuerpo de poemas de largo aliento que dan cuenta, sin eufemismos, de una época como la nuestra, signada por los excesos, la desmesura y el desamparo– nos vamos encontrando con las claves que sostienen toda la andadura, poemas breves de una contundencia sin fisuras. Es en esas síntesis apretadas donde estalla una límpida belleza. MARÍA LANESE PARA FABRICAR UN RELÁMPAGO Fernando Raluy Los poemas de Fernando Raluy son breves, como rayos de una lírica íntima e impresionista. El yo poético se confunde con los objetos que describe y así, la naturaleza adquiere humanidad y viceversa y esto no es gratuito, sino que se corresponde con una imagen integradora y lúdica del mundo. El libro hizo un recorrido creativo desde la pluma de Ferraluy, como le dicen sus lectores, hasta la clínica realizada con Pola Gómez Codina, Magíster en Escritura Creativa. Dice Fernando en Fundación: «En las horas en que todo dios duerme/y el asfalto habla/de rocío, soledad y luces municipales/los días corroídos/buscan nombre a un pueblo/en mi garganta.» Conmueve por su brevedad, por la mención del barrio y el conurbano, el humo de las fábricas, la vida, la muerte y el ser en la naturaleza. Hay una búsqueda de verdad y de belleza en estos poemas, que resuenan desde la primera lectura, difíciles de olvidar. |
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Conversar con el autor / ¿Qué es un milagro en esta tierra? ¿Qué no lo sería? El nombre de todos los árboles narra la historia de un hombre consagrado a alentar un prodigio que salve a su hija de la mudez y la parálisis. La palabra milagro proviene del latín miraculum y esta, a su vez, de mirari: admirarse, maravillarse. Sugiere el asombro por las cosas del mundo y del propio sujeto. El asombro intrínseco, reflexivo de lo vivo -a veces dulce, a veces terrible - que estremece cuerpos, ideas, espíritus.
El nombre de todos los árboles bascula entre géneros; va y viene de lo neo a lo retro. Una suerte de road movie medieval donde suenan voces contemporáneas y suceden peripecias en paisajes extraños, con guiños bien familiares que defraudan cualquier intento de anclaje histórico. Además de árboles, este universo se expande y nombra un sinnúmero de ramificaciones y raíces. En la intimidad de los vínculos, en los accidentes geográficos, en el azaroso encuentro con unos y otras que depara el derrotero. Martín Florio escribió una novela de otro tiempo dentro de este tiempo que aborda el milagro y el horror de amar, de morir y trascender en el fabuloso, espinoso desierto de la vida. IOSI HAVILIO |
Así escribe: "Jonás se levanta primero y despierta al hijo mayor.
Se desplazan en la penumbra y salen al patio. Una niebla
espesa envuelve el paisaje. Se turnan frente al barril, se
lavan la cara, los sobacos, los brazos. Abren el portón y
hacen salir a los bueyes. Cuando la primera claridad del
día entra en la casa María despierta a los más chicos.
Edith y Gaspar duermen uno encima del otro, enredados
en las mantas y cubiertos por una capa de paja. María les
sacude el pelo y la ropa. Luego va en busca de Ana. Le
acaricia la frente hasta que su hermana abre los ojos. La
ayuda a sentarse, le limpia la cara con una tela húmeda,
la lleva a hacer sus necesidades, la peina. Daniel aviva
las brasas en el fogón y coloca unos leños encima. Con
un palo empuja la tapa de la chimenea, en el techo, y el
humo que se acumula en torno a las vigas comienza a
despejarse." / MARTÍN FLORIO nació en Buenos Aires, en 1972. Estudió realización cinematográfica en el Instituto de Arte Cinematográfico de AveIlaneda (IDAC). Trabajó como realizador, productor y director creativo para compañías de medios televisivos. Trabaja como quionista y desarrollador de contenidos audiovisuales. El nombre de todos los árboles es su segunda novela. | |
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