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Darle al pico, listo el pollo, la piel de judas, metele pata, como bola sin manija. Las voces de Alberto Fernández San Juan tienen un efecto que gatilla dentro nuestro, en lo profundo. Su narrativa transmite contenido, -subjetivo, social, existencial- pero también establece contacto con el lector por la cadencia interna de su prosa, por esa manera reconocida en que hablan sus personajes, que es única y a la vez universal. Sus maneras pintan en nuestra mente una familia, un barrio, maneras de vivir y de ver el mundo; irradian sentido y nos transportan a un zaguán o a un porche, a una plaza o a una iglesia, una oficina, un tren o un tranvía. Los lugares en estas historias son cercanos: familias en sus casas, en ese barrio o pueblo chico. Pero como toda buena literatura, lo que sucede dentro aparece vagamente ladeado e incorrecto. El drama de la vida, tratado con impertinencia y desfachatez, hace que estos cuentos nos interpelen. Alberto Fernández San Juan subvierte lo cotidiano volviéndolo inquietante y extraordinario. Entonces una madre abandona a sus hijos; las viejas son decrépitas y los chicos impertinentes. Claro que esa hilaridad sardónica -con aires de Copi, Manuel Puig, Aurora Venturini- encubre una visión seria de las cosas, donde lo más humillante y espantoso está, pero sin que nos demos cuenta. Como ese trago amargo y vivificante al mismo tiempo, estos cuentos, reconfortan y nos vuelve más empáticos con la tragedia del mundo. Laura Galarza |
Así escribe: "Desde las mesas vecinas, parecen turnarse algunas de mis viejas compañeras de
curso para venir a saludarme. Vienen cargando algún bebé, o con chicos a la rastra. Me dicen dos pavadas y se vuelven a su mesa enseguida. Las tres marías ya tienen organizada
su mesa como un clan familiar autónomo. Cuando me estoy convenciendo de que armaron
esta mesa para mí sola, veo que se aproximan Coca y Graciela, vestidas casi iguales, sobrias, sin colores estridentes, apenas maquilladas. Parecen contentas de verme. No bien
se sientan, empiezan a hacerme preguntas que me descolocan: si me casé, si me separé, si tengo novio, si tengo hijos, si me gusta alguien de la fiesta. El interrogatorio de “Revista Hola” se interrumpe cuando, siempre torpe, se abalanza sobre la mesa Guillito, el traga del curso. Habla hasta por los codos; no se le entiende nada. Las chicas aprovechan para hacerle el cuestionario amoroso. Quedan dos sillas vacías. Cuando el animador da la orden de sentarse, estas se ocupan. Una de las recién llegadas es Marcela. A la otra no la
reconozco enseguida. Cuando me saluda con apatía, me doy cuenta de que es la que llegó en quinto año. Marcela está tal como la recuerdo: enérgica, suave, lejana. Me saluda como
si apenas me conociera. Pensar que éramos inseparables las tres, hasta que Silvana y yo
nos fuimos a estudiar... " / ALBERTO FERNÁNDEZ SAN JUAN es escritor, actor, dramaturgo y director teatral. Obtuvo la Beca Familia Podestá en 1996. Como narrador, se formó con Sandra Russo, Guillermo Saccomanno y Hebe Uhart. Publicó "Mal llevados" (Paradiso, relatos, 2019) y "Más vale una oración que una lágrima" (Paradiso, novela, 2022). Como dramaturgo es autor de "Lunamante", "Garras de seda" y "Buenas y Santas". Participó de las antologías "Letras desde el encierro" de PEN Internacional Puerto Rico y "Así vivimos", de PEN
autores latinoamericanos. | |
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Esta novela articula tres historias. "Los Gringos" cuenta cómo una típica familia de inmigrantes campesinos es sumergida en la pobreza. "Los Criollos" narra la transición de un hombre que vive a la sombra de relatos heroicos y nuevas generaciones de inmigrantes, a quienes no comprende. "El mundo desarmado" es la narración de un descendiente de esos gringos y criollos; alguien que intenta mantener con vida los recuerdos de su familia. "Las Ovejas" puede ser entendida como una novela en la que sucesos centrales de la Historia Argentina resultan telón de fondo para las vidas ordinarias. Escrita con pericia y sensibilidad, nos conmueve y convoca a ver la Historia desde un punto de vista singular y humano, muy cerca de la subjetividad. |
Así escribe:
Solo se escuchaba el resoplido de su nariz en medio de un silencio
literalmente sepulcral. Al abrir la puerta, el reflejo del sol a través de
los tablones lo había enceguecido, pero el rancio hedor de la muerte
le hizo comprender de inmediato lo que ocurría. Cuando su vista se
adaptó a esa oscuridad a medias y pudo ver la escena, su temperatura
subió y con esta su furor. Comenzó aquello que su hijo conocía bien. El
ruido de su respiración asemejaba al de una locomotora; de su nariz
emanaba un vapor colérico, que se elevaba en una de las primeras
mañanas frías del campo entrerriano.
John Wilfred, el mayor de sus hijos, miraba atónito desde la puerta del establo. “¿Todas?”, preguntó. Y por toda respuesta solo hubo silencio. La respiración jadeante de su padre denotaba a un hombre lleno de furia. Por primera vez, John Wilfred no le tuvo miedo. “¿Todas?”, volvió a preguntar increpándolo. Esta vez el silencio fue interrumpido por el zumbido de una mosca que ingresaba al granero saboreando el manjar de la carne putrefacta. OSCAR DANIEL DUARTE, Concepción del Uruguay, Entre Ríos, 6 de mayo de 1979. Es doctor en Historia y profesor en la facultad de Filosofía y Letras de la UBA y en la UADE. Es autor de libros de historia como; "Introducción a la historia económica mundial" Editorial UADE (2024); y "El Estado y la educación. Economía y política en los orígenes del sistema educativo argentino." Editorial UNIPE (2018). "Las Ovejas" es su opera prima en narrativa. | |
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