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Una madre espera y desespera buscando a un hijo que desapareció en circunstancias sospechosas. La policía es cómplice, esconde algo o intentará hacerlo. Su marido arrastra el dolor por esa pérdida y por tantas otras. En el barrio, los chicos son carne de cañón para el delito, la droga, la corrupción y un gran golpe con el que buscarán salvarse. Una trama de policías y ladrones que es, también, un fresco de una sociedad enferma. Una novela de ritmo vertiginoso y minuciosidad de detective. Hay escritores que forman parte del jet set de la literatura contemporánea y otros que son casi secretos y construyen una obra tan necesaria como desconocida. Es el caso de Guillermo Fernández, dueño de una prosa que deslumbra a quien se anime a explorarla. Profunda y efectiva, su novela Detrás del sol es una oportunidad para entrar en el universo de una escritura destinada a permanecer más allá de las modas y las tendencias. ENZO MAQUEIRA |
| Así escribe: "Ella, siendo la señora de un comisario inspector, debía
comportarse en las reuniones en el Departamento y en las
fiestas particulares de los amigos de Galván. Portarse bien,
guardar compostura, consistía en un ejercicio doctrinario,
una forzada conciencia de disciplina. A Marga le atraía llamar
la atención. Sonreía mucho, casi demasiado, a los colegas de
su marido. A veces, bebía con imprudencia en los agasajos
particulares. Le atraía beber el resto de alcohol que quedaba
en las copas. Con disimulo, se sentaba en una silla y miraba
a su marido para el auxilio. Galván tenía muy presente el
momento en que Marga podía descontrolarse. Nunca per-
mitió que ella se alejara de él, que se quedara en otro salón
del departamento del festejo. En cuanto notaba que ella no
estaba con él, miraba a todos lados hasta encontrarla. Él
sabía el tiempo que ella podía estar en el baño. Los dos no
se habían acostumbrado a la mutua dependencia. Con dos
golpes suaves a la puerta del baño, ella ya conocía que tenía
que hacer lo imposible para levantarse del inodoro y acudir
a abrir la puerta. Después, en el auto, vendrían las..." / GUILLERMO FERNÁNDEZ nació en la Argentina, en 1951. Reside en CABA.
Es Magister en Ciencias del Lenguaje, título otorgado por el Instituto Superior del Profesorado Joaquín Víctor González. Ejerció la docencia en los niveles se-cundario, terciario y universitario. Ha desarrollado la investigación académica en el área de Sociolingüísti-ca. Publicó en la revista Universos de la Universidad de Valencia, en la Revista Internacional de Lingüística Latinoamericana (Vervuert, Madrid) y en la Revista de la Asociación de Lingüística y Filología de América Latina. Es Miembro activo del Centro de Lecturas;
Debate y Trasmisión, una institución en la que el discurso del psicoanálisis se complementa con otras manifestaciones de la cultura. En ficción publicó Sólo razones (cuentos, 2005); las novelas Nadie muere en un bello día (Del Dragón, 2010); El cielo de Lucy
(2012); Polonio espía detrás del cortinado (2016); El recurso de la noche (2020). Estas últimas en la colección Novela Viva de la Editorial Letra Viva. En el año 2018 publica Demonios en Jeppener (Editores
Argentinos, 2018). | |
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Alguien dijo una vez que el problema del policial argentino es la policía argentina. La
frase encierra un chiste, y como todo chiste una verdad. El policial argentino nunca
podría inscribirse en la tradición clásica del asesinato en la habitación cerrada por
dentro, porque necesitaríamos otra sociedad: una en la que esos casos pudieran
desentramarse gracias a detectives distinguidos, expertos en lógica, que abordan la
intriga mientras disfrutan del té a las cinco de la tarde.
Sin embargo, parafraseando al príncipe Hamlet, algo huele muy mal en el policial
negro. En esta tradición que presiden desde el Olimpo norteamericano escritores
como Chandler, Hammet y Thompson, se inscribe con eficacia y elegancia la primera
novela de Elio Puntieri. Dónde caerse muerto nos sitúa desde el título en un mundo
donde las instituciones conspiran conjuntamente para corrompernos. Puntieri
escribió una historia atrapante y mordaz en la que resolver el enigma no restablece el
orden justo, porque la injusticia está en los cimientos de nuestra sociedad, pero
mantiene la tensión de principio a fin. En un puzzle de intereses cruzados, una Buenos
Aires sexy y sombría será escenario para el entrañable y refinado Morel, investigador
de seguros, en su cruzada por resolver un misterio y de paso -por qué no, si todos lo
hacen- obtener su propia tajada. Natalia Moret |
| Así escribe:
Volvió a la casa para terminar de limpiar, y así dejar todo listo
para la mudanza del día siguiente. Esa noche dormiría en lo de
Felipe, su mejor amigo. Cuando ya estaba por salir, fue a tomar la
mochila que había dejado en el piso y notó algo raro en la parte baja
de la pared donde habían estado las cajas de Di Nucci. Parecía una
mancha, un raspón, una pelusa. Se puso en cuclillas para observarlo
de cerca y descubrió que se trataba de una palabra escrita en tamaño
minúsculo. Eran tres letras a lápiz con un trazo torpe y tembloroso.
Parecía el escrito de un chico que apenas sabía garabatear su
nombre: “Teo”.
ELIO PUNTIERI, (1972) Nació en Caballito y creció en la Patagonia. Trabaja como creativo publicitario audiovisual. Publicó relatos en la antología Hilo, Papel y Tijera (Orsai) y en la revista Calibre 38 (España). Amante del policial, obtuvo el premio Bruma Negra 2020 (Plentzia, España) por su cuento Un cheaue de ocho ceros, donde apareció por primera vez el personaje de Camilo Morel, protagonista de su primera novela, Dónde caerse muerto. Actualmente, se encuentra trabajando en la segund | |
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