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Instrucciones para no morir es un libro escrito con los dientes y los puños apretados, es la palabra urgente de quien necesita contar que ha sobrevivido, “con la garganta seca/y la lengua más ácida que nunca”. Los poemas se deslizan ante el lector, con un ritmo regular y una cadencia precisa y preciosa, lograda a través de una cascada de imágenes que parecen elegidas para entregar relatos donde, a pesar de la crudeza –o a veces la impiedad y otras la rabia– resuenen palabras con encanto y armonía. Así, podemos sentir que, aún en los costados más ásperos del mundo, donde haya palabras y poemas habrá ternura. En ciertos tramos –que van cortando el flujo de este cuerpo de poemas de largo aliento que dan cuenta, sin eufemismos, de una época como la nuestra, signada por los excesos, la desmesura y el desamparo– nos vamos encontrando con las claves que sostienen toda la andadura, poemas breves de una contundencia sin fisuras. Es en esas síntesis apretadas donde estalla una límpida belleza. MARÍA LANESE |
Así escribe: "LA SEÑORA //
La señora del barrio de Recoleta me pregunta /
Por qué dejé Europa /
Por qué me vine a vivir a este país de mierda /
No se preocupe señora /
Gente como usted hay en todas partes /
No importa a dónde vaya /
No hay a dónde huir" / UNAI RIVAS CAMPO es Vasco, hincha de Racing y otras cosas que no le dejan decir. Argentino por decisión. Llegó al país en 2003 y nunca más se fue. Es psicólogo por la Universidad de Deusto y tiene un postgrado en Gestión por la Universidad Complutense de Madrid al que se anotó por error y terminó cursando borracho.
En la Argentina se formó en terapia familiar y psicodrama. Trabaja en su casa, detesta las vacaciones. Fue alumno del taller de Alberto Laiseca y algo aprendió. Escribe poesía porque entendió que antes de contar tenía que aprender a decir. A partir de entonces empezó a leer en lugares, a participar en antologías y todas esas cosas que un poeta promedio suele hacer en el circuito under de Buenos Aires.
Fundó el Grupo de La Boca: una corriente cultural que busca que la escritura, la lectura y la escucha de poemas dejen de ser algo para unos pocos. Desde hace más de cinco años forma parte de la organización de Cross en La Boca, una fecha de poesía donde el público es el protagonista.
Hace más o menos cuatro años publicó su primer libro de poemas Angel Sucio. Los libros se vendieron en un mes. Pero cometió el error de editarse a sí mismo y se gastó el dinero de la segunda edición en fiestas, cenas y fernet. También escribió una obra de teatro: La paraguaya, que se estrenó en Espacio 33. Ha publicado en varias revistas que pueden encontrar si buscan su nombre en Google.
Tiene un canal de YouTube para molestar a los Libertarios. A principios del año 2022 fue uno de los ganadores del primer Festival Poesía Ya realizado en el Centro Cultural Kirchner.
Actualmente organiza una mesa en el Centro Cultural Haroldo Conti sobre poesía y vanguardia. Es miembro de la comisión de Derechos Humanos del Centro PEN.
Alguna vez tuvo que aprender a vivir con un cuchillo clavado en el estómago, pero hoy está en paz. Todavía no perdió las ganas de ver el mundo arder. | |
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Las voces que arrullan, narran, cantan en español son muy variadas, pero pocas alcanzan el brillo, la agudeza y la nostalgia de la prosa de Rubis Camacho, multipremiada escritora (narradora y poeta) de Puerto Rico. Nos enorgullece publicar su libro Madreselvas, del que Germán López Díez ha dicho: "El cuento adquiere rango de género óptimo en la escritura de Rubis Camacho. Así lo advertimos en el 2010, cuando publicó sus Cuentos Traidores y El fraile confabulado. En esta ocasión -con la misma intensidad descriptiva- desangra en una veintena de relatos el mítico concepto de "madre", y pone ante nuestros ojos la crueldad que puede suponer la misteriosa y cuasisagrada relación con la que nos concibe. Madreselvas es la mirada valiente que enfrenta a la Medea de todos los tiempos, en un lenguaje de gran belleza, imaginación y dominio de los elementos fundamentales de la mejor cuentística hispanoamericana." |
Así escribe: " Monté el caballito, colocado en dirección a la playa. El viento salado le despeinó la cola, que ahora se esparcía como una abundante bandera de rojos y anaranjados. Tragué arena y mi caballo comió caracolillos blancos. A lo lejos, se dispersó el rizo de la bruma, y el azul del cielo fue una pizarra intervenida por manchones de nubes que se desplazaban lentamente. Unas garzas retorcieron sus graznidos en el recodo de una ola. Las patas de mi caballo crecieron a cada paso, y bajo mis nalgas se alzaron unos músculos impetuosos. De pronto, yo era un hombre en coturnos, espada en cinto, y escudo que colgaba de un costado de mi bestia. A grandes zancadas salvábamos la orilla de la playa en dirección a un farallón. Procuré que las patas de mi animal no se lastimaran con ningún madero húmedo de los perdidos en las arenas. Mi cabello era tan largo como el del caballero de la serie de televisión que veía mi tío. Las mechas aleteaban sobre mis orejas en un acompasado baile con el trote. Una princesa enamorada, de vaporosos vestidos, esperaba en la prisión de una torre. Mis muslos eran fuertes y ya no tenían marcas, mi estómago enfrentaba con poder el embate de la armadura, mis enormes manos controlaban las bridas y mi rostro, descubierto por las yemas de mis dedos, era un pedazo de carne de admirables proporciones.Monté el caballito, colocado en dirección a la playa. El viento salado le despeinó la cola, que ahora se esparcía como una abundante bandera de rojos y anaranjados. Tragué arena y mi caballo comió caracolillos blancos. A lo lejos, se dispersó el rizo de la bruma, y el azul del cielo fue una pizarra intervenida por manchones de nubes que se desplazaban lentamente. Unas garzas retorcieron sus graznidos en el recodo de una ola. Las patas de mi caballo crecieron a cada paso, y bajo mis nalgas se alzaron unos músculos impetuosos. De pronto, yo era un hombre en coturnos, espada en cinto, y escudo que colgaba de un costado de mi bestia. A grandes zancadas salvábamos la orilla de la playa en dirección a un farallón. Procuré que las patas de mi animal no se lastimaran con ningún madero húmedo de los perdidos en las arenas. Mi cabello era tan largo como el del caballero de la serie de televisión que veía mi tío. Las mechas aleteaban sobre mis orejas en un acompasado baile con el trote. Una princesa enamorada, de vaporosos vestidos, esperaba en la prisión de una torre. Mis muslos eran fuertes y ya no tenían marcas, mi estómago enfrentaba con poder el embate de la armadura, mis enormes manos controlaban las bridas y mi rostro, descubierto por las yemas de mis dedos, era un pedazo de carne de admirables proporciones... " / RUBIS CAMACHO (1959) Puerto Rico. Escritora, abo-gada, profesora universitaria. Ha publicado: Cuentos Traidores (Relatos, 2010), El fraile confabulado (Relatos, 2011), Sara: la historia cierta (Novela, 2012), Safo: ritual de la tristeza (Novela, 2015), Tu rostro en la memoria (Novela, 2019), Cu-riculum Vitae (Poesía, 2021), Agapimú (Proyecto de poesía erótica, 2021), Cuando mira la medusa (Poesía, 2022), Alejo es mi nombre de amor (Poesía, 2022), Los cien cantos de Safo (Poesía, 2022), Las parábolas del fraile (Relatos, 2024).
Su obra ha sido premiada por la Dirección General de la Mujer en Madrid, el Ateneo Puertorriqueño, el Instituto de Cultura Puertorriqueña, el Post Antillano, la Universidad Politécnica de Puerto Rico, la Revista Atramentun y el PEN de Puerto Rico Internacional, entre otros.
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