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La voz de un fumigador construye una crónica en torno a las evidencias de plaga en un edificio. Signos de humedad, suciedad y acumulación propician la aparición de insectos y roedores también en las calles. Las epidemias -las humanas, incluso, más sutiles- arrecian por doquier. De esta manera, de enero a diciembre, el protagonista se adentra en la intimidad de los hogares y descubre indicios de corrupción hasta en la más estricta pulcritud. Anabel Ares escribe una novela que bucea en la profundidad del alma humana y en las peripecias que asolan la vida cotidiana, donde nadie está a salvo. Su narrativa, que se nutre de su experiencia en el teatro, pone en evidencia tanto en su ritmo como en su contenido, un oficio maduro y una mirada original sobre el mundo. |
Así escribe:
Me bajo del colectivo a dos cuadras. Recuerdo vagamente el
número, así que busco la dirección en el celular mientras me acerco
caminando. Alterno mi mirada hacia la pantalla con la de aquellos
edificios que ya se insinúan de lejos. Predominan tres moles de
alrededor de quince pisos, una pegada al lado de la otra. Una cuarta,
a su lado, cubierta por una fachada metálica y el anuncio de una
próxima “boutique habitacional” en sus entrañas.
“2991” es el número del edificio por el que hoy comienzo. Miro
las tres estructuras solo levemente heterogéneas, con sus ventanas
y balcones, y me digo que, a esta distancia, la mía podría ser
cualquiera de las tres. 2991: solo un número me indica la correcta.
Trato de adivinar cuál es la que me corresponde antes de llegar a
ver el cartel en la puerta con la señalización. No sé por qué, pero me
inclino por la segunda.
ANABEL ARES es autora, actriz y directora, además de licenciada y profesora en Filo-sofía. A comienzos de 2023 publicó su primer libro de dramaturgia, Yo no elegí este juego, editado por Pierre Turcotte. Su escritura explora los géneros teatrales y narrativos, en los cuales obtuvo diferentes reconocimientos nacionales e in-ternacionales. Como resultado de los mismos, varios de sus cuentos y obras fueron publicadas en antologías y/o representadas en Argentina y España. | |
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Conversar con el autor / ¿Qué es un milagro en esta tierra? ¿Qué no lo sería? El nombre de todos los árboles narra la historia de un hombre consagrado a alentar un prodigio que salve a su hija de la mudez y la parálisis. La palabra milagro proviene del latín miraculum y esta, a su vez, de mirari: admirarse, maravillarse. Sugiere el asombro por las cosas del mundo y del propio sujeto. El asombro intrínseco, reflexivo de lo vivo -a veces dulce, a veces terrible - que estremece cuerpos, ideas, espíritus.
El nombre de todos los árboles bascula entre géneros; va y viene de lo neo a lo retro. Una suerte de road movie medieval donde suenan voces contemporáneas y suceden peripecias en paisajes extraños, con guiños bien familiares que defraudan cualquier intento de anclaje histórico. Además de árboles, este universo se expande y nombra un sinnúmero de ramificaciones y raíces. En la intimidad de los vínculos, en los accidentes geográficos, en el azaroso encuentro con unos y otras que depara el derrotero. Martín Florio escribió una novela de otro tiempo dentro de este tiempo que aborda el milagro y el horror de amar, de morir y trascender en el fabuloso, espinoso desierto de la vida. IOSI HAVILIO |
Así escribe: "Jonás se levanta primero y despierta al hijo mayor.
Se desplazan en la penumbra y salen al patio. Una niebla
espesa envuelve el paisaje. Se turnan frente al barril, se
lavan la cara, los sobacos, los brazos. Abren el portón y
hacen salir a los bueyes. Cuando la primera claridad del
día entra en la casa María despierta a los más chicos.
Edith y Gaspar duermen uno encima del otro, enredados
en las mantas y cubiertos por una capa de paja. María les
sacude el pelo y la ropa. Luego va en busca de Ana. Le
acaricia la frente hasta que su hermana abre los ojos. La
ayuda a sentarse, le limpia la cara con una tela húmeda,
la lleva a hacer sus necesidades, la peina. Daniel aviva
las brasas en el fogón y coloca unos leños encima. Con
un palo empuja la tapa de la chimenea, en el techo, y el
humo que se acumula en torno a las vigas comienza a
despejarse." / MARTÍN FLORIO nació en Buenos Aires, en 1972. Estudió realización cinematográfica en el Instituto de Arte Cinematográfico de AveIlaneda (IDAC). Trabajó como realizador, productor y director creativo para compañías de medios televisivos. Trabaja como quionista y desarrollador de contenidos audiovisuales. El nombre de todos los árboles es su segunda novela. | |
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