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Andrés es un hombre de armas literarias y literales. Mano derecha de un mafioso camuflado en la plácida opulencia del Nordelta y, ahora, insospechadamente, una promesa del ámbito literario porteño, luego del éxito de su novela La extranjera, donde relata la vida de su madre, una joven de Buenos Aires que en los setenta se enrola en la guerrilla colombiana, una historia en claroscuro que conoció de a partes. Un inesperado llamado de su pasado lo confronta con un país que debate (luego de seis décadas) las condiciones del armisticio final. Oscuros secretos familiares, nuevos y antiguos, descorren frente a Andrés el velo que producía su memoria sobre la desaparición de su madre y el final de locura de su padre, historias que erróneamente desarrolló en esa novela de inesperado suceso, próxima a ser llevada al cine.
Un caimán dorado recibió el Premio Nacional de Novela "Manuel Zapata Olivella" en su primera versión. El jurado del Festival Medellín Negro 2018, presidido por la catedrática alemana Doris Wieser, sentenció respecto de la misma: «El lenguaje, el ritmo, los diferentes ejes temporales (por la inserción de la novela que el protagonista escribe sobre su madre) y los ecos conscientes e intencionales que produce esta novela se puede comparar con algunas grandes novelas latinoamericanas». |
| Así escribe: Las botas de mi padre solían tener una condición sobrenatural:
regresaban a casa al final de la jornada —luego del extenso recorrido
(a caballo y a pie) por el monte de las fincas, el polvo de las trochas,
el barro de los humedales— tan limpias y lustradas como habían
partido de madrugada. Entonces yo era niño. Si mi padre no estaba
alrededor, entraba a su habitación cuando el olor a betún y cuero
todavía impregnaba la atmósfera y permanecía un rato observándolas,
de pie e intactas como si sostuvieran a un hombre invisible, junto a la
cama matrimonial, que pronto habría de ocupar él solo. Miro ahora mis zapatos. Buenos mocasines de piel auténtica y doble correa, de fina marca y diseño, hechos a mano en Italia. Están sucios; han pisado tierra mojada y tengo una necesidad urgente de sacarles toda la suciedad de la planta y del borde de las suelas. Echo una mirada al paisaje que nos rodea, un bucólico pasaje recóndito en el Delta. Hace frío; soplos de brisa conmueven los juncos sobre el río. En la costa florece el bermellón del liquidámbar; se trepa el violeta de las glicinas. Martín Doria, barranqullia, 1973 Ha publicado: .Los niños de mangle (Edaf, España) Premio Getafe Negro 2019 .La extranjera (PMZO, Colombia) Premio Manuel Zapata Olivella 2010 .Postales de Río (EDUVIM, Argentina) Festival Azabache de Novela Negra 2012 .Melisa entre las hojas (Niña Pez, Argentina) 60° Premio Casa de las Américas LIJ | |
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Álamos, uno de los cuentos de este libro, un nene sube hasta la copa de un árbol y desde las alturas aprecia el mundo allá abajo. Lo aprecia, por supuesto, de la manera vertiginosa, deforme, con que se ve el mundo cuando lo observamos desde el punto de vista apropiado. Algo cambia para siempre en nuestra percepción, y nunca está claro qué tan conveniente resulta el cambio,
Los personajes y narradores que atraviesan los relatos de Los perros viven sumergidos en esa indeterminación, preguntándose qué tan virtuosos, qué tan miserables pueden llegar a ser. Acaso porque nadie sabe —nadie tiene por qué saber- dónde está el bien, dónde está el mal. Guiadas por la desidia, por excesos de cuidado; o por un egoísmo sonso, a media máquina; o bien por la plena cobardía, las voces de este libro alcanzan así un punto de incomodidad que no puede ser más que sublime.
Sebastián Grimberg narra como aquel niño, desde la copa de un árbol, azotado por el viento. Y desde allí registra —acaso con delectación, con el pulso de un loco— el vértigo y la deformidad que campean aquí abajo. Como quien arma una antología de narradores incómodos para historias incómodas; o como quien, simplemente, se lanza en busca del cuento perfecto.
Mariano Quirós Los diez relatos que constituyen Los perros narran la angustia de seres ordinarios ante el punto de giro que cambiará sus vidas. Atados a una normalidad mustia y gris, pero que en algún punto sienten tranquilizadora, alcanzarán a intuir el desplazamiento de lo cotidiano y, con él, la sombra esbozada de lo siniestro. Con un lenguaje llano y preciso que evoca a Raymond Carver, Sebastián Grimberg arma cada cuento como un mecanismo de relojería: todo se encuentra dónde debe estar para transmitir la inquietud de la inminencia y que el lector se deje llevar por la deriva de una literatura impecable. Horacio Convertini |
| Así escribe: Una luz circular, a media altura, se bambolea a varios metros
de nosotros, se acerca. No lo veo, pero sé que es el tipo de seguridad
con su linterna. Somos los únicos en el camping, vacacionamos lejos
de las fechas obvias para evitar las miradas de la gente, y ya anoche
lo vi hacer la ronda acompañado por un perro grande que parecía
cruza con lobo. Esta vez viene solo y dice: parece que se viene brava,
¿por qué no llevan la carpa al quincho? Al tipo la voz le salió agitada.
Tiene la linterna en la mano y, aunque no me apunta a la cara, apenas
logro distinguir su silueta. Levanto la cabeza. Del cielo no se llega a
ver nada, ni nubes ni estrellas. Se viene, repite. ¿Por qué no llevan
allá la carpa? Ahí van a estar seguros. Giro para buscar a Marisa. Está
al lado de las parrillas, de espaldas a nosotros, acomodando las cosas
que compramos en el almacén del pueblo. Después miro la carpa. La
lámpara portátil que dejamos adentro, encendida, transparenta un
poco y hace brillar la lona verde y violeta. No se percibe ningún
movimiento en su interior. Pienso en el trabajo que me llevó levantar
la carpa, fijar las varillas, clavar las estacas, acomodar la lona; pienso,
sobre todo, en que para desarmar la carpa habría que sacar todo lo
que está adentro, en que deberíamos sacarla a ella, con lo que nos
costó dormirla.
SEBASTIÁN GRIMBERG: Buenos Aires, 1977. Sus cuentos figuran en antologías, revistas literarias y diarios como Axxon, Crepúsculo, Ficcionario, Próxima, La Balandra y Página/12. En 2019 su libro de cuentos inédito Como un ancla obtuvo una primera mención en el Premio Fundación El Libro 2018/19. Ha publicado los libros de cuentos Cada siete segundos (Editorial Conejos, 2014), galardonado con el Segundo Premio Municipal de Literatura Ciudad de Buenos Aires, bienio 2014/2015; La mirada del asesino (Editorial CFI, 2015), Premio en Letras de la Bienal Federal 2013 del Consejo Federal de Inversiones; y las novelas La guerra de los secadores (Editorial DLG, 2021); El guardián de los cerdos (Editorial Indómita Luz, 2022), para cuya escritura obtuvo en 2017 una Beca Creación del Fondo Nacional de las Artes; y Vistamar X/ (Editorial Trapezoide, 2024). El libro Los Perros, recibió el Tercer Premio en categoría Cuento, del Fondo Nacional de las Artes en 2022. | |
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