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Mirta y Luis
Por Omar Asán

No bien salí, la llovizna golpeó mi cara. A los pocos pasos pensé qué comería esa noche y se me impuso la idea y la imagen del viejo chorreando muzzarela, babeándose en la pizzería del suburbio. Mientras pensaba en eso me encaminé al Subte. Igual trayecto, día tras día, atravieso las calles conocidas y al llegar a la Plaza Almagro, por primera vez, recapacito en el altar de la Virgen de Itatí que observa la
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De la caída de la ciudad de Famagusta y de los
extraños sucesos que allí ocurrieron

Mariano Ducros

Mariano Ducrós es autor del libro Theremin,
publicado en nuestro catálogo


De tanto en tanto, sobre los pesados yelmos que envolvían las sombras de los soldados que caminaban bajo la llovizna, caía la espesa luz de las antorchas, alineadas bajo el muro exterior que protegía el lado sur de la ciudad de Famagusta, último enclave de la Serenísima frente al avance de las fuerzas de Soliman el Magnífico. Era aquí, bajo los muros de la ciudad sitiada, donde se podía encontrar en algunas noches, excepcionalmente y solo por un rato, a musulmanes y cristianos reunidos casi siempre por el interés del dinero, o la sangre. Como ocurre ahora, con estos soldados de infantería turcos, que observan
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TALLER DE RESTAURACIÓN
Lorena Hidalgo

Y el teléfono que no para de sonar. Dos mensajes de Pablo, uno de su suegra y al menos ocho del chat de mamis del colegio. Demasiadas cosas para solucionar, tan poco tiempo. Amanda respira profundo.

Contesta los mensajes del teléfono y baja del auto. La dirección que le pasaron coincide con los números en la pared, pero algo la hace dudar: el lugar no parece un taller, sino más bien una vivienda familiar. Busca un timbre inexistente, golpea las manos. Espera una fracción de segundo y pega la vuelta. Vuelvo otro día, piensa. Sale un hombre —no mayor que ella—, inclina la cabeza para
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